Te invitamos a leer la columna de opinión a cargo de Alexandra Bonnemaison, Vicepresidenta de Desarrollo Estratégico en WIAS
La electromovilidad ha dejado de ser una aspiración futura para convertirse en un componente esencial de la agenda energética y urbana del Perú. En un contexto de crecimiento poblacional, congestión vehicular y urgencia climática, la movilidad eléctrica se perfila como una solución estratégica para avanzar hacia ciudades más sostenibles y competitivas.
La industria automotriz cumple un rol decisivo en este proceso. Con inversiones millonarias en investigación y desarrollo, el sector ha puesto a disposición del mercado plataformas eléctricas de última generación, baterías con mayor autonomía y sistemas inteligentes de gestión energética. Estos avances no solo optimizan la eficiencia de los vehículos, sino que también facilitan su integración al ecosistema urbano de manera ordenada, segura y conectada.
El compromiso de la industria trasciende el producto. Incluye la expansión de infraestructura de carga, la digitalización de la experiencia del usuario, el uso de materiales reciclables y procesos productivos con menor huella de carbono. Todo ello convierte al sector auto motor en un aliado estratégico en la ruta hacia la descarbonización. No puede haber transición energética real sin el aporte tecnológico, la escala industrial y la capacidad de innovación de este sector.
Sin embargo, la electromovilidad exige un esfuerzo conjunto. Estado, industria y ciudadanía deben articularse en torno a políticas públicas claras que impulsen la renovación del parque automotor, incentivos que hagan más accesibles las tecnologías limpias y una red de carga confiable a nivel nacional. Solo así será posible acelerar la masificación de los vehículos electrificados y garantizar que los beneficios lleguen a toda la sociedad.
Las recientes declaraciones del Ejecutivo sobre la promoción del transporte público eléctrico son un paso importante. Apostar por buses y corredores eléctricos permitirá modernizar el sistema de transporte urbano, reducir emisiones y mejorar la calidad de vida en las ciudades. No obstante, en un país donde el transporte privado concentra la mayor parte del parque automotor, es clave que los incentivos también alcancen a los vehículos particulares. Un plan integral que contemple tanto al transporte masivo como al privado multiplicará el impacto positivo en la calidad del aire y en la salud pública.
Actualmente circulan en el Perú más de 16 mil vehículos electrificados y la oferta supera los 150 modelos disponibles. Aunque el crecimiento es significativo, el país aún está rezagado frente a mercados vecinos como Colombia, Ecuador, Chile o Costa Rica. Avanzar con mayor velocidad requiere decisiones firmes y coordinadas: cada vehículo electrificado que se incorpora significa menos emisiones, menos ruido y una mejor calidad de vida urbana.
La electromovilidad no se limita a un cambio de matriz vehicular. Representa la oportunidad de re- pensar nuestras ciudades, integrar transporte público eléctrico, optimizar la logística urbana y pro- mover una cultura de movilidad responsable. Es, en definitiva, un cambio estructural que solo será viable con el compromiso de todos los actores y, en particular, con la contribución tecnológica de la industria automotriz.
El futuro de la movilidad urbana ya está en marcha. Acelerar su despliegue de manera inclusiva y sostenible exige decisión política, liderazgo empresarial y visión compartida. Solo así construiremos un ecosistema urbano preparado para las próximas generaciones.